Hace un par de días llegó a mis manos El Naciente 51,el cual, no se puede infravalorar o
desvirtuar en su conjunto por el simple hecho de que en ella aparezcan artículos firmados
por personas o pseudónimos con los tenemos muy pocos puntos de vista en común - salvo honrosas excepciones -.
También incluyen relatos interesantes, recuerdos del pueblo, cultura y folklore popular, reseñas históricas, actualidad, nada que ver con las diatribas esfervescentes, las soflamas infumables o las burdas arengas con las que nos tienen acostumbrados a sufrir, cual tormento bíblico, el amigo que pisa fuerte, el lobo que aulla, y algún que otro sarandajo corto de mente, aunque tengo que reconocer que con este número me ha hecho gracia al leer un artículo, cosa que agradezco, pues hoy en día poder sacarle a alguien una sonrisa o un gesto agradable cuesta mucho, y tiene realmente mérito.
Al llegar a la página 25, aparecieron ante mí los cuatro magníficos, con los ojos cubiertos, como si fueran a evitar ser reconocidos,rejuvenecidos y saludables, casi imitando el estilo del Cavalieri Berlusconi con sus arreglos faciales, resaltando la influencia italiana de la histórica Nápoles, la vieja Calabria o de los aires de la milenaria Sicilia.
Rostros felices, inmortalizados con una sonrisa tan amplia como falsa, reflejo de otros tiempos
de bonanza, donde se abrazaban al poder cual cuerno de la abundancia, generosa y opulenta, la deseada y mitológica cornucopia.
Sin duda estos personajes de fábula, no pueden regresar como reza el texto que los envuelve.
Contaminan aquello que les rodea.¿No los reconocen? El fantasma que no nos deja, el hombre que susurraba a los caballos, la voz de su amo, y el tio gilito.
Últimamente se les empieza a ver juntos, unidos otra vez, una atracción gravitatoria con la intención de formar al parecer un grupo. Podrian llamarse, THE ROLLER BAND ORCHESTRA.
Si es que, los viejos rodillos nunca mueren!
0 comentarios:
Publicar un comentario