Unidos por el dolor.
A veces las desgracias se ceban con personas inocentes. Buscar explicaciones y hacernos una y otra vez la misma pregunta nos lleva siempre al mismo callejón sin salida. Hoy Valsequillo estaba triste, muy triste. Un entrañable amigo me comentaba muy abatido que, hoy, hasta la cara del patrono San Miguel reflejaba dolor y tristeza. Mientras se celebraba el acto religioso, los que estabamos en los aledaños de la plaza nos mirabamos unos a otros con la mirada un poco perdida, nos saludabamos desde la distancia sin pronunciar palabra o nos acercabamos unos a otros para apretarnos la mano y darnos esperanza y consuelo; un saludo, un beso o un abrazo que nos unía en el dolor, en el recuerdo de las personas afectadas, de sus vecinos, de sus amigos y, especialmente de sus familiares, cuyo dolor no se puede consolar, secillamente porque no hay consuelo para tanta fatalidad.
Hoy he visto a los valsequilleros afrontando una desgracia y la he compartido como uno más. Apenas he podido articular palabra con algún amigo; la emoción nos invadía a todos. Y digo, a todos. Por un día, ante una tragedia inesperada, Valsequillo ha estado unido.Unido, desgraciadamente, por el dolor, por una desgracia, donde solo el infortunio ha tenido mucho que ver.
Hoy, aún sin ser creyente, he pedido a San Miguel que haga un milagro con los más afectados; como cuando era un niño, he querido creer que los milagros existen. Mi mayor deseo es que podamos ver a nuestros amigos pronto, recuperados y entre nosostros...No pierdo la esperanza.
Uno de p´abajo.
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