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martes, 29 de noviembre de 2011

5697 COMENTARIO Uno de p´abajo.

Pipo: Crónica de una muerte anunciada.

Hay cierta sensación de intranquilidad en Valsequillo.Pipo se ha ido, pero se ha ido sólo; no se han marchado todos lo que debían y eso es malo para Valsequillo. Hablaremos de ello en su momento, hoy es el turno de Pipo porque, quiero rectificar, no se ha ido, le han echado.

Sin ánimo de hacer leña del árbol caído, pero también sin faltar a la verdad, honestamente debemos decir que la gestión de Pipo es para olvidar. Sin embargo, y sin caer en contradicciones, deberíamos no olvidarla nunca para no volver a cometer errores con tan terribles

consecuencias.

Debo reconocer que nunca voté a Pipo pero que, a priori, nunca pensé que el acceso de él y su grupo al poder fuese algo malo para Valsequillo. Y me equivoqué de todas todas. Y lo lamento profundamente porque quién ha perdido,y mucho, ha sido nuestro municipio, nuestra gente.

Nunca creí que Pipo fuese un mal tipo, pero ahora incluso hasta lo dudo, porque a veces parece que lo que hace, lo hace intencionadamente, con lo que su "otro lado" no es precisamente el de "un buen tipo".

Detrás de una persona aparentemente bonachona y cercana, que suele caer bién, se esconde otra muy distinta. Y lo que es peor, es el prototipo de político con cierto gancho a la hora de hacer clientela, pero al que sus "rasputines" correligionarios usan a su antojo por su manifiesta falta de carácter y de criterio propios.

De ahí sus permanentes contradicciones, sus conocidas promesas no cumplidas, o aquel famoso "si no cumplo estos 12 puntos de mi programa, me iré sin que nadie tenga que decírmelo". Tampoco lo cumplió y, al final, el pueblo le echó de la alcaldía y los que dicen ser sus amigos y sus asesores le echan de su lado porque "ya no vende, ya nadie cree en él".

El gran problema de Pipo ha sido su total sumisión a la sombra permanente de Juan Ojeda, una sombra oscura y alargada que le ha llevado a la tumba política, donde

además ha hecho de sepulturero. Ha sido el premio que recibe Pipo por seguir las intrucciones de su asesor al pié de la letra, pasando incluso por los juzgados y por el abucheo popular, soportando la burla y el escarnio y terminando sus dias como alcalde haciendo un espantoso ridículo, negándose

a aceptar la derrota, llegando a inmolarse políticamente en pleno Pueblo Canario, escoltado por Perdomo y por su presidente (y ahora sustituto) ante el jocoso murmullo de los presentes.

Es lo que él mismo no se explica:"Me han llevado al suicidio político y ni siquiera me consuelan acompañándome en mi desgracia; ahora me dejan otra vez solo, tal y como aparecí en todas las fotos del último programa electoral. Al final, todo tiene su sentido".

Y digo yo : qué menos que ir acompañado al destierro político por aquellos que le llevaron a él a este triste final. Pero no. Las alimañas nunca salen a pecho descubierto, se muestran lo menos posible, se cubren bien las espaldas, mandan a los menos precavidos delante y huyen y se esconden a toda prisa si las cosas se complican.

Y Pipo, no sé si por quedar bien o, sencillamente, por tonto, se deja llevar a la tumba y se despide de sus enterradores con una sonrisa mientras éstos les echan la tierra encima y corren a esconderse de nuevo detrás del teclado del ordenador para seguir escribiendo su doctrina particular,

la doctrina que predica: "O yo, o venganza, desastre y desolación". Ya lo saben, algunos no se retirarán nunca porque no sabrían qué hacer si no están permanentemente fastidiando a los demás, con razón o sin ella.

Y es que la política no tiene reglas. Él mismo dijo muchas veces, a pesar de que pensaba todo lo contrario, que:"en política no vale todo".

Hoy, él también ha probado el sabor de esa frase tan mentirosa.

En próximos comentarios hablaremos de los enterradores de Pipo y el asalto al poder en ASAVA.

Uno de p´abajo.

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