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sábado, 1 de octubre de 2011

5580 COMENTARIO ANÓNIMO

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Se escapó el diablo


"Hubo un gran combate en los cielos. Miguel y sus ángeles lucharon contra el Dragón. También el Dragón y sus ángeles combatieron, pero no prevalecieron y no hubo ya lugar en el Cielo para ellos. Y fue arrojado el Dragón, la Serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus ángeles con él." (Apocalipsis 12, 7-9)

Cuenta la tradición religiosa que san Miguel era el jefe de los ángeles celestiales. El diablo recorría el mundo, difundiendo el mal, seduciendo a la gente, alejándola de la palabra de dios. San Miguel venció a Lucifer y en el imaginario católico y de otras concepciones del cristianismo es visto como el ganador de una lucha que benefició al pueblo de dios. A San Miguel Arcángel se le representa unas veces con una espada en alto, otras con una cruz en forma de espada y pisando la cabeza de un dragón. También le acompaña un perro.

La misma tradición atribuye a San Miguel un gesto de nobleza. Cada 29 de septiembre, fecha de su onomástica, San Miguel levanta el pie y deja suelto durante una hora al dragón derrotado. Por eso, la noche del 28 de septiembre las madres avisaban a sus hijos y esposos
ten cuidadito si sales esta noche, que el diablo anda suelto. En la madrugada del 29 de septiembre no conviene alongarse mucho a las ventanas, o caminar cerca de los bordes del barranco, porque nunca se sabe….

Hace 25 años, en Valsequillo, los entonces jóvenes del pueblo rescataron lo divino y humano de la tradición. Para celebrar el día del patrón montaron un espectáculo de teatro de calle,
la suelta del perro maldito. Todo empezó con una gente que se disfrazaba de diablo y salía por la noche a asustar a la gente. La espontaneidad se transformó en espectáculo de teatro callejero y desde entonces no han faltado a la cita ningún año, a las12 de la noche del 29 de septiembre se apagan todas las luces y comienza el espectáculo en la plaza de San Miguel. Música, fuego y zancos recorren la plaza ante la mirada de miles de personas. Cada año se elige un tema distinto para el guión, así unas veces se habla del racismo, otras de las nuevas tecnologías, otra de las pasiones humanas. Cada año un espectáculo distinto que atrae a más gente, cada 29 de septiembre, haga frío o calor, sea lunes, miércoles o domingo.

Algunos de aquellos jóvenes de 1986 siguen participando en la representación 25 años después, junto a sus hijos. Más de cien personas se movilizan cada año para preparar la suelta del perro maldito. Se montan talleres para hacer las ropas, para ensayar la representación teatral, para colaborar en la seguridad, para aprender a manejarse con el fuego. Cada uno echa una mano en lo que puede, cada quien aporta su vena artística. Tradición y nuevas tecnologías, cultura popular y actores que han estudiado, apoyo institucional y esfuerzo de los vecinos se mezclan para una fiesta que une en un pueblo marcado durante muchos años por el enconamiento político, por una especie de guerracivilismo absurdo que ha marcado las relaciones a partir de unas siglas que gobernaban y otras que querían hacerlo.

Este año iba a ser especial porque se cumplían 25 años desde la celebración de la primera suelta del perro maldito. Miles de personas en la plaza de san Miguel, todo el mundo en su sitio, doce de la noche, se apagan las luces…Comienza el espectáculo. Todo va bien pero una distancia mal calculada, un paso más cerca del debido, más fuego del calculado o vaya usted a saber qué coño pasó que el fuego llegó al traje de Nestor que ni siquiera tenía antorca, y comenzó arder, y saltó una botella con el combustible, y alguien levantó la mano para apartar los trozos de traje que ardían, y los gritos, y el miedo, y el puto diablo que esta vez se escapó de la pata del arcángel… Y la fiesta se convirtió en tragedia.
Los valsequilleros vivieron ayer su día de San Miguel más triste, un pleno extraordinario se reunió para suspender las fiestas. Ahora se trata de desear que los heridos se curen, que todo se quede en un susto aunque parece que a algunos les quedará la huella muchos años. Los valsequilleros saben que el fuego quema, pero llevan cinco lustros haciendo una fiesta sin incidentes. Los aviones más seguros se caen, en el circo pueden salir los trapecitas heridos, la tragedia te puede llegar cuando estás sentado leyendo un libro en el barco de un parque. Se pueden tomar más medidas de seguridad, sí. Todo se puede mejorar. Pero que a nadie se le ocurra jugar con el fuego de la discordia para politizar el accidente. El diablo se escapó de verdad la última noche de San Miguel, pero tengamos la fiesta, y la suspensión de la fiesta, en paz.

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