Hemos, recibido esta semana, a unos amiguitos de Las Palmas y los hemos atendido lo mejor que hemos podido.
Uno de los días, el que teníamos un poquito más de tiempo, les dimos un paseíto en burro.
Con niños de tres años era lo mejor que podíamos hacer.
Pero nuestro amado animal no solo se limitó a esos paseos, por las tardes, en días alternos, se dio su vueltita a cubrir una bonita burro.
Y la “sirvió” con alegría.
En veinte y un días sabremos si “agarró”.
Alegorías y alegrías del paisaje isleño
Hace 2 años
0 comentarios:
Publicar un comentario